EL RIESGO A UNA BURBUJA EDUCATIVA EN FP

lunes, 10 de marzo de 2025


BURBUJA EDUCATIVA EN FP

 

He comenzado a leerme el libro "Educación universal", escrito por Juan Manuel Moreno y Lucas Gortazar, y de momento me está sirviendo para conocer datos y desmontar creencias personales sobre la situación actual del sistema educativo y de ciertas cuestiones que lo rodean. Próximamente espero escribir una reseña más completa al respecto. Los autores, en este ensayo, nos ofrecen referencias con las que podemos llegar a la conclusión que la universalización de la educación, alcanzando a la mayor parte de la población de los países occidentales o de los llamados países ricos del Norte, puede ser una de las causas de esa supuesta bajada de nivel que aflora en los debates educativos. Sin embargo, como ellos sostienen, la bajada no es tal, sino más bien es una cuestión de cálculo: estamos midiendo un mayor número de estudiantes que avanzan por el sistema y que bajan el promedio; frente a una media anterior donde se contaba únicamente, para medir el nivel, con aquellos que promocionaban de etapa. 

 

En cualquier caso, y teniendo en cuenta esta interesante tesis, no podemos negar que el lucrativo negocio educativo ha introducido muchas malas prácticas en aras a obtener nuevas matrículas o no perder aulas en los centros educativos. Solemos llamar la atención al alumnado en cuanto a esa cultura del esfuerzo necesaria, o una meritocracia mal entendida cuando no se tiene en cuanta el origen y las circunstancias personales de cada estudiante. Gracias al sistema de becas y a una auténtica inclusión educativa se puede, en cierta medida, resolver este tipo de desigualdades. No obstante, a veces no se predica con el ejemplo y se infla esa burbuja de aprobados con tal de no irritar al mal llamado cliente. La lógica que hemos creado nos lleva a poner por delante a la facturación o a la condescendencia frente al aprendizaje y competencias de nuestros alumnos. 

 

No podemos mirar el actual sistema educativo con los mismo ojos que aquellos que cursamos otro tipo de bachillerato, FP o estudios universitarios. Aún así, poner el acento en obtener el mayor número de títulos posibles, frente a una capacitación real, puede acabar detrayendo valor a cualquier certificación o titulación. Todos conocemos las artimañas que tanto jóvenes o adultos realizan para superar cursos online o presentar trabajos con escaso o nulo trabajo detrás con el fin de cumplir con la papeleta. La burbuja educativa, que fomenta la obtención de títulos a peso, engorda los currículums pero nos hace dudar de cualquiera que los acredita. No existe la herramienta que mida el interés real del estudiante durante su aprendizaje, y además, las calificaciones no son consultadas por los empleadores ni son siempre garantía de nada. 

 

Quizás debamos dar una vuelta a estas ansias por titularse a cualquier precio y comenzar a resaltar lo que realmente van a aprender nuestros estudiantes a lo largo de cada curso. Justificar la posesión de titulaciones como una mera criba para ser contratado, no parece el mejor de los criterios si luego queremos estudiantes preparados y amantes de su profesión. Certificar las competencias de aquellos que no pudieron estudiar en su momento es una loable iniciativa; otro cantar es ofrecer acreditaciones regaladas o con un mínimo de exigencia. En la formación profesional, al igual que en otro tipo de estudios superiores, comienzan a proliferar una oferta académica donde se corre el peligro de seguir haciendo crecer esa burbuja educativa donde el valor de lo estudiado no se corresponde a la labor desempeñada. Tal vez las empresas acaben fijándose en otras cualidades antes que en un currículo con diplomas de todo tipo. Incluso, si queremos llevar a cabo una evaluación formativa congruente, deberíamos poner el acento en un auténtico aprendizaje y no en una serie de números enteros con tendencia inflacionista.

 

Morir de éxito es una de las tantas posibilidades que tiene esta FP que nos ocupa. El récord de matriculaciones que cada año se supera no nos debe dejar de contemplar la necesidad de seguir reforzando las etapas educativas donde está el alumnado que supone mayores retos: grados básicos y medios de FP. Dejar que las personas transiten más fácilmente por el sistema, me parece una buena idea. Cuestión aparte es permitir promocionar y ajustar las programaciones y la consiguiente evaluación sin límite alguno. En caso contrario, estaremos haciendo un flaco favor a todos esos estudiantes que tienen la percepción de que se les acabará recompensando por cualquier cosa. A la vez que todo ello supone un agravio comparativo con aquellos que realmente se empeñan y preocupan por su aprendizaje. 

 

Acertaremos en nuestra oferta educativa si apostamos por una exigencia que vaya de la mano de una flexibilidad bien entendida. Apostar por una formación con obligaciones low cost no se lo recomiendo a los alumnos, ni a sus familias ni a aquellos que planifican una oferta académica online o presencial. Ni pagar una matrícula debe conllevar una inflación calificadora ni el temor al enfado por un resultado no alcanzado debe suponer una autocensura en la evaluación de los aprendizajes alcanzados. No hagamos crecer la burbuja. A la larga nos lo agradecerá el estudiante. 

 

Foto de José Fulgencio Orenes Martínez en Unsplash

CÓMO IMPLICAR AL PROFESORADO EN LOS PROYECTOS INTERMODULARES

martes, 4 de marzo de 2025

 

PROYECTO INTERMODULAR FP

 

Retos, proyectos, trabajo colaborativo y en equipo, digitalización, creatividad, innovación, intermodularidad, metodologías, emprendimiento, evaluación, sostenibilidad... y así podríamos seguir con una larga ristra de términos que vienen a complicarnos la exigente tarea docente que llevamos a cabo en las aulas. La nueva ley de FP y las normativas que la desarrollan nos plantean desafíos y alternativas para que nuestro alumnado sea más competente. Todos buscamos esa mejora de los aprendizajes y que la enseñanza se acomode a los tiempos que corren. Sin embargo, implicar al profesorado en el diseño, planificación, desarrollo y evaluación de los retos no es tarea fácil. ¿Cómo lo hacemos? ¿Estamos convencidos al respecto?

 

Tenemos argumentos de sobra para seguir con nuestra dinámica habitual de clases, donde, por mucho que se critique a la innovación educativa de cada momento, lo habitual es explicar, hacer tareas o prácticas, corregir y poner exámenes. Nada nuevo, ni nada que objetar. Ahora bien, el nuevo sistema de FP nos exige un replanteamiento de la metodologías; lo podemos tomar como una imposición o como una oportunidad. Visto el trabajo que exige, solemos tomarlo como una responsabilidad más que tenemos y no como un desafío para hacer algo distinto que también nos motive a nosotros. Quizás, el enfoque de los proyectos no debiera ir solo dirigido a la motivación del estudiante. Probablemente, lo digo por experiencia, es más fácil enredar a los alumnos cuando nosotros también estamos ilusionados con los retos que planteamos. La motivación del docente es la eterna olvidada. Al igual que un mayor reconocimiento de su trabajo, tanto por parte de otros colegas como por los responsables educativos.

 

Sin duda, es necesaria una cultura de trabajo en equipo y de coordinación docente para introducir este tipo de metodologías donde colaboran docentes de distintos módulos de un mismo ciclo formativo. El liderazgo del equipo directivo y la promoción de este tipo de enseñanza, junto a otras opciones metodológicas, es también fundamental para favorecer su implementación. Predicar con el ejemplo suele funcionar, pero es además útil ofrecer recursos materiales y organizativos para aquellos que se embarcan en un proyecto retador que conlleva una carga de trabajo adicional. Sin olvidar ciertas dosis de generosidad, modestia y prudencia con los compañeros. Así como conocer experiencias contrastadas de otros centros y leer más al respecto.

 

Ahora, con el nuevo módulo del proyecto intermodular, debiéramos aprovechar la chance para potenciar este tipo de trabajo en equipo donde se incluyan diferentes resultados de aprendizaje y donde la creatividad nos lleve a diseñar aquellos proyectos colaborativos que nos ilusionen tanto al equipo docente como a los estudiantes. Y no es sencillo, desde luego. Son necesarios muchos momentos de reflexión, conversación y consenso para diseñar esos retos que, quizás, lleguen a ser memorables para alguno de nuestros estudiantes. Es imprescindible también una mínima formación docente al respecto. Conocer las herramientas y el sentido de una evaluación formativa, cómo podemos enseñar mejor o qué recursos son adecuados, es fundamental para no caer en las ocurrencias o fracasar por un exceso de faena o falta de convencimiento personal. 

 

Aprovechemos pues este nuevo módulo para implementar este tipo de trabajo que, tanto a nivel de centro educativo, como para adquirir otras competencias adecuadas a un entorno profesional real, es una coyuntura que no debemos desaprovechar. Pero comencemos a dar buenos motivos al profesorado de FP. La ocasión lo merece.  

 

Foto de yassine rahaoui en Unsplash

¿CABE EL AMOR EN LA FP?

domingo, 2 de marzo de 2025

 

AMOR Y FP

 

Hay ocasiones que se produce algo cercano a la cuadratura del círculo. Incluso cuando menos te lo esperas. Los que gustamos de leer artículos o ensayos pedagógicos (no se puede ser perfecto) arrastramos a menudo una visión idealizada de la educación. Se nos puede tachar de ilusos, románticos o idealistas. Sin embargo, me considero una persona fundamentalmente pragmática. ¿Y qué tiene que ver el amor y la FP con todo esto? ¿Cabe el amor en la escuela? Algo chirría.

 

Daniel Pennac, en "Mal de escuela" lo expresó muy bien:

Una palabra que no puedes ni siquiera pronunciar en una escuela, un instituto, una facultad o cualquier lugar semejante. 

–¿A saber? 

–No, de verdad, no puedo… 

–¡Vamos, dilo! 

–Te digo que no puedo. Si sueltas esta palabra hablando de instrucción, te linchan, seguro. 

–… 

–… 

–… 

–El amor.

 

O en ese otro precioso libro de Paulo Freire, "Cartas a quien pretende enseñar", donde afirma:

Pero es preciso sumar otra cualidad a la humildad con que la maestra actúa y se relaciona con sus alumnos, y esta cualidad es la amorosidad sin la cual su trabajo pierde el significado. Y amorosidad no sólo para los alumnos sino para el propio proceso de enseñar.


En tiempos donde enfrentamos el conocimiento frente a las emociones; donde el resultadismo es el antónimo perfecto de la sensibilidad; donde los grises no forman parte de la gama de colores escolares; parece haber caído en desuso la búsqueda de la memorabilidad en las experiencias de aprendizaje (como muy bien señala Fernando Trujillo a lo largo de su extensa bibliografía respecto a los activos de aprendizaje). Y el amor es, sin duda alguna, algo que perdura y trasciende cuando se experimenta en la escuela. No es necesario quitar un gramo de esas competencias que harán de nuestros alumnos unas personas preparadas para enfrentarse a un mundo laboral. Justo todo lo contrario. Si logramos embarcar al alumnado en proyectos que supongan un reto personal, donde el docente inspire y comparta sus conocimientos, tendremos más probabilidad de que todos aprendan. A pesar de no ver los resultados a simple vista, de los desencuentros o la falta de motivación con la que reñimos, vale la pena buscar el sentido a lo que hacemos.

 

El amor, el cariño, el afecto, la sensibilidad o la ternura, son los mejores activos en un panorama actual donde los valores morales parecen mutar a la ley del más fuerte como un signo de rebeldía al sistema. Libertad malentendida, abuso de los derechos y una escala de valores que vacila (en todos los sentidos). Sí, los tiempos están cambiando. Ojalá en el sentido que cantaba Bob Dylan en su famosa canción (muy recomendable la recién estrenada película sobre su vida):

Come writers and critics
Who prophesize with your pen
And keep your eyes wide
The chance won’t come again
And don’t speak too soon
For the wheel’s still in spin
And there’s no tellin’ who that it’s namin’
For the loser now will be later to win
For the times they are a-changin’
Venid escritores y críticos
Que profetizáis con vuestra pluma
Y mantened los ojos bien abiertos
La ocasión no se repetirá
Y no habléis demasiado pronto
Pues la ruleta todavía está girando
Y no ha nombrado quién será el elegido
Porque el perdedor ahora será el ganador más tarde
Porque los tiempos están cambiando

 

Estas líneas vienen a colación de la reflexión personal y pública que hizo de forma maravillosa una alumna en el pasado Congreso de FP de la Comunitat Valenciana; donde concluyó que la palabra que mejor representaba el proyecto de voluntariado sobre la Dana que hemos llevado a cabo en el aula, es el AMOR.

UNA ENTREVISTA PERSONAL SOBRE LA FP

jueves, 27 de febrero de 2025

Aunque tengo cierto reparo al autobombo, y todavía más cuando el medio es el vídeo, donde no me muevo con demasiada soltura (creo que ya no llego a youtuber), paso a recomendaros esta charla que tuve recientemente con Fernando Soler, profesor de Formación Profesional en la Comunidad Valenciana. En mi caso, escribir en este blog me ha resultado siempre el mejor espacio para trasladar mis reflexiones personales o, simplemente, compartir recursos que me parecen de interés para otros docentes de esta etapa educativa. Fernando, por su parte, y con gran habilidad comunicativa, utiliza su canal de YouTube (Teacher MrSoler) donde principalmente comenta cuestiones normativas sobre la FP o la educación en general. 

 

Como no podía ser de otra manera, Fernando, colega de profesión, tiene sus propias opiniones al respecto de la educación y la formación profesional; en algunas coincidimos y en otras no tanto. Sin embargo, como a la mayoría de docentes, nos unen las ganas de enseñar y hacer un buen trabajo junto a nuestro alumnado. Aquello de "la intención también cuenta" es perfectamente válido para el mundo educativo; el propósito con el que actuamos en el aula, tanto a la hora de tratar a los estudiantes, evaluarles o el afecto que nos mueve, es esencial en nuestra labor educativa. Luego, por supuesto, hay que tener una preparación didáctica y unos conocimientos técnicos que son las columnas de esta profesión. Sin desdeñar la complejidad que supone la docencia o las particularidades normativas que ahora nos preocupan. Además, la ideología y la política nos han acostumbrado en los últimos tiempos a buscar los desacuerdos en lugar de aspirar a esa educación universal que nos hace crecer como sociedad. Pero eso ya es otra historia.

 

En este vídeo, salen a relucir ciertos temas que también trato en mi libro publicado recientemente, y que de alguna manera nos preocupan tanto por los cambios que conlleva la implantación del nuevo sistema de formación profesional, como por las incertidumbres o dudas que arrastramos a la hora de enseñar. Mi visión sobre el alumnado es tremendamente positiva, a pesar de los conocidos pesares, y en nuestras manos siempre queda un margen de actuación con el que podemos influir y mejorar la vida personal y profesional de nuestros jóvenes alumnos. Sobre todo ello, y alguna que otra cuestión más, hablamos durante casi una hora en este vídeo. Espero os guste y podáis aguantar hasta el último minuto, ya que no me prodigo mucho por esos lares... Gracias de nuevo a Fernando Soler por su tiempo. 

 

 



EDTECH, FP Y MUCHO POR SEMBRAR

martes, 25 de febrero de 2025

 

edtech fp

 

La tecnología educativa o esas TIC, cuyo término parece caer en desuso gracias al anglicismo de turno, están últimamente muy en entredicho. Quizás, bajo mi punto de vista, en los discursos pro o contra la tecnología educativa, metemos erróneamente en el mismo saco a todas las etapas educativas; así como buscamos confirmar nuestras inclinaciones con datos o experiencias particulares. ¿Dónde está el equilibrio o la perfecta adecuación del uso de la tecnología en la educación? ¿En la formación profesional tenemos una realidad diferente respecto a la digitalización?

 

En el último EdTech Congress de Barcelona, hemos contado con discursos distintos en cuanto al modo de incluir la tecnología y la creciente digitalización en el mundo educativo. A pesar de ser un encuentro donde la parte comercial tiene un lugar importante, no ha faltado crítica entre los entusiastas de la tecnologización. Evidentemente, el crecimiento vertiginoso del mercado edtech, impulsa la adopción de nuevas tecnologías a las aulas tanto en el sector público como privado, ya sea a través del interés que provocan las empresas ofertantes como por las necesidades que se estimulan a los centros educativos, administraciones y sus directivos. Nadie quiere quedarse atrás. 

 

Pese a que han pasado más de cuarenta años desde los primeros ordenadores en las escuelas, o de ese internet a pedales de los años 90 del siglo pasado; seguimos con el método prueba y error a la hora de introducir la tecnología en el aula. Tengo la sensación de dar bandazos permanentemente. Miro de reojo con añoranza aquellos proyectos que, como Fernando Trujillo mencionaba en su presentación durante este congreso, nos llevaban a pensar en una educación donde los docentes compartíamos libremente recursos y experiencias sobre el uso de las TIC en el aula (EducaconTIC, Evaluacción...) y que ahora han pasado a mejor vida. La ilusión de entonces, algo más de andar por casa, se manifestaba con muchas horas trasteando, diseñando y compartiendo actividades que creíamos útiles para enganchar a un alumnado no demasiado interesado en la dinámica escolar. Ya no nos queda ni Twitter.


Ahora, tanto los solucionistas como los tecnófobos encuentran algún estudio que ratifique sus tesis. Como mencionaba María del Mar Sánchez, hay investigaciones con resultados dudosos que necesitan ser contrastadas. Leo con atención la lectura que recomienda ( "Sentado en el andén" de Francisco Martínez Sánchez), y, pese a los años transcurridos desde su redacción, parece que seguimos esperando tomar ese tren que nos lleve a un sitio donde podamos enseñar mejor con la ayuda de la tecnología y contando con la didáctica que la investigación educativa nos ofrece. La idea, entiendo y comparto, es no seguir haciendo lo mismo con cada avance tecnológico que adoptamos. Como comentaba Laura Morera, el feedback inmediato, la práctica deliberada, la repetición espaciada o el cribaje de problemas de aprendizaje, deben ser contemplados en el aprendizaje. Con y sin tecnología. El papel y la pantalla no debieran estar reñidos.

 

Pensamiento crítico, ética, inclusión, creatividad... todos estos términos, mencionados hasta la saciedad, caen en saco roto cuando solo se contemplan como parte de una guía o plantilla de cualquier presentación vendible. ¿Y eso cómo se come? Seguimos, a mi parecer, lejos de saber introducir la tecnología de un modo que nos facilite el trabajo y, al mismo tiempo, suponga un mayor aprendizaje del alumnado. Indudablemente, hemos incorporado muchas herramientas al aula que ayudan a gestionar el trabajo del estudiante, la publicación de materiales o mantener una comunicación efectiva. ¿Aprenden ahora más? ¿Lo hemos medido? ¿O tienen peor nivel como algunos proclaman? Probablemente, no tenemos tiempo en los centros educativos para tanta cuestión trascendente. La vorágine diaria lleva tiempo robándonos momentos para leer, conversar y aprender sobre todas estas cuestiones.

 

Neil Selwyn, con una postura crítica hacia las tecnologías digitales, insiste en las deficiencias de una tecnología que no mejora el aprendizaje de todos, que supone más trabajo para el docente, que no es equitativa, que incrementa la estandarización, que provoca discriminación, es contaminante y nos lleva a una pedagogía del control. Menudo panorama. Selwyn aboga por una crítica constructiva de la EdTech. Ahora más que nunca, con la introducción formal o informal de la inteligencia artificial en las escuelas, es necesario replantearse todos estos puntos críticos contando con los valores que deseamos trasladar como educadores. Y no es solo cuestión de prohibir. 


Si nos centramos en la formación profesional, no cabe duda de que las tecnologías digitales son un aspecto vital de los futuros profesionales que estamos formando. Un profesional con talento, como así aseguraba Jorge Arévalo, debe crecer en siete parcelas: humana, cultural, científica, tecnológico digital, profesional, transversal y ecológica sostenible. Al igual que ocurre con el nuevo sistema de FP, que está ahora iniciándose, deberíamos transformar y sustituir nuestras prácticas docentes con ayuda de la tecnología educativa; tanto para dotar de las competencias digitales técnicas necesarias en cada sector, como para que nuestros alumnos aprendan y sepan hacer lo que les demandará su trabajo futuro. Y para ello hace falta una estrategia, un horizonte a largo plazo, y menos ocurrencias sin un estudio previo y trabajo en equipo.

 

En mi opinión, como así comentamos en una mesa redonda sobre la FP, con Santiago García, Laura Ríos, Miriam Salvador y Jorge Arévalo, es fundamental contar con la tecnología para facilitar la prospección de empresas que participan en la formación dual del alumnado, mejorar la evaluación y, además, tener en cuenta esas competencias pedagógicas que, el popular (que no prestigioso) Marco de Referencia de la Competencia Digital Docente, nos marca como fundamentales. Una lástima el poco recorrido y la titulitis en la que ha desembocado este marco. Dotar de la tecnología adecuada a las aulas y formar al profesorado a nivel técnico y didáctico es una tarea fundamental que requiere algo más que los parches o las modas del momento.

 

En definitiva, bien sabemos que la tecnología no va a solucionar el clima que hay en el aula o las características psicosociales que nos encontramos en el día a día. Que no hay mejor recurso que una menor ratio. Aún así, estamos obligados a educar a los alumnos en el uso de una tecnología que se ha hecho omnipresente y que solo puede ser limitada físicamente en edades tempranas. Tenemos el deber de formarnos en cómo funciona esa IA que ahora todo lo ocupa y articular estrategias donde haya momentos de desconexión y aprendizaje analógico junto a aquellas herramientas digitales que nos pueden facilitar ciertos tipos de tareas; es necesario contar con los riesgos de una IA en crecimiento que, a su vez, puede deteriorar nuestras habilidades cognitivas. 

 

Más allá de los habituales problemas de plagio por parte del alumnado, a la mayoría nos gustaría tener a estudiantes interesados por aprender, curiosos por conocer. Todos deseamos un alumno o alumna donde los valores del respeto, la tolerancia o la cortesía sean lo habitual en su comportamiento. Los robots o la IA dudo que puedan hacer mucho al respecto. Somos los docentes los que podemos dejar alguna que otra simiente para que, luego, con la ayuda de esas nuevas tecnologías, sean ellos lo que se conecten con otras personas y realidades distintas, desarrollen nuevos conocimientos, creen y compartan contenidos valiosos y distingan aquello que vale la pena. Nos va a costar separar el trigo de la cizaña. 


Foto de Phil Hearing en Unsplash

EDUCAR PARA UNA NUEVA ÉPOCA

jueves, 13 de febrero de 2025

 

educar para una nueva época

 

La diversidad de opiniones puede ser una fuente de riqueza si contamos con personas con conocimientos y experiencia. Sin embargo, aún en estos casos, acostumbramos a caer en las manos de la ocurrencia o en esos dichosos brainstormings que supuestamente nos dirigen hacia la creatividad. Confiamos en exceso en nuestro sexto sentido o de ese ingenio del que creemos estar dotados. Los de verbo fácil llevan la iniciativa y los más observadores se aburren en un silencio voluntario por modestia, cansancio o falta de impulso ajeno. Y el reloj digital sigue corriendo.

 

Cuando te encuentras con un experto real en una materia concreta, te maravillas, no solo por su elocuencia, sino por la visión y sabiduría que transmite. En el mundo educativo, el ruido mediático, las percepciones personales, los intereses comerciales, la ideología, los likes o las paridas enlatadas en stories, cuentan mucho más que la otras razones basadas en el conocimiento. Pisar el aula nos puede dotar de argumentos, pero no siempre la experiencia nos hace competentes del todo. Desafortunadamente, la exigencia de las clases nos impide una formación pedagógica más completa o un conocimiento más preciso de las normas que regulan nuestra profesión. El tren hace tiempo que se marchó de la parada pero andamos oteando el horizonte en lugar de pedir un cabify y continuar el viaje hasta donde nos lleve la razón.

 

A menudo despotricamos de las leyes que afectan a la educación, ya sea con un nuevo sistema de formación profesional, o con un decreto que regula tardíamente la organización de los centros, entre otras cosas. No obstante, por distintos motivos, no siempre somos lo diligentes que debiéramos ser a la hora de estar (in)formados o aprovechar los recursos que tenemos. El pasado nos paraliza el futuro. El ser humano, además de buscar lógicamente su comodidad, tiene querencia hacia ese pasado donde la existencia era presuntamente admirable. No sé. Observo que damos demasiadas vueltas a lo mismo, buscamos culpables, o nos enredamos en lo no importante. Incluso optamos por el mejor no meneallo de Don Quijote, no sea que empeoremos o alguien se moleste. La coartada donde todo lo anterior era mejor dejará de servir cuando no haya un ayer diferente. 


Ahora que suspiramos por la inteligencia artificial, donde hay tantas opiniones como posibilidades tecnológicas, lo trascendente debiera seguir siendo qué y cómo debemos enseñar mejor a nuestros alumnos para que sean buenas personas y profesionales relevantes. La IA, queramos o no, se impondrá (esperemos que con una regulación exquisita); solo nos queda protestar y exigir a nuestros gobernantes que, si no pueden poner puertas al campo, al menos que defiendan los derechos de la fauna que lo habita. Puede que lleguen los nanobots antes de que nos dejen jubilarnos; así podremos pensar millones de veces más rápido de lo que ahora lo hacemos. ¿Qué enseñaremos en el aula? ¿Aprender a convivir, socializar, moralizar...? ¿Una escuela para crear lazos y relaciones tangibles en un mundo que se ha vuelto virtual? Tal vez la clave, ahora que se impone el uso de la fuerza en las relaciones internacionales, sea dejar una marca de tolerancia y solidaridad en los que nos suceden; sin imposiciones ni esa suficiencia que marca y rebota a muchos jóvenes desencantados con un sistema que está defectuoso según su entender. Dicen que la felicidad propia se encuentra en los otros.


Es hora de exigir la expulsión de lo anodino de las aulas. Exigir esfuerzos, en un clima que destila agotamiento, es todavía más extenuante. Aún así, el ánimo, el conocimiento y la curiosidad, debieran ir de la mano de algún modo para hacer frente a la sinrazón, al lucro egoísta, y servir de contrapeso a los que despotrican del sistema sin mojarse. La culpa siempre la tienen los demás. Será difícil navegar y no caer al agua, en esa corriente que nos arrastra, sin el coraje, la generosidad y el conocimiento que merece un cambio de época que viene anunciándose desde hace lustros. Y ya está aquí. 

 

Foto de Quino Al en Unsplash
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